Estaban tendidos en la cama. Uno junto al otro. Sus manos acariciándose sin cesar a ritmo pausado pero constante.Se sentían próximos, el calor de sus cuerpos y el placer del sutil contacto de la piel que no cubría la ropa. Ella acariciaba su espalda, primero sobre su camiseta y después deslizó su manos por debajo de ella sintiendo como el vello de su piel se erizada en escalofríos cuando le tocaba. Mientras, el no dudaba en dejarse llevar por sus instintos de amasar sus muslos mientras le comía a besos el cuello, cada vez que uno de estos besos aumentaba de intensidad una sensación de placer recorría el cuerpo de ella haciéndola suspirar. El lo sabía y repetía ha acción cada cierto tiempo.
Y así el tiempo se detuvo entre cuatro paredes ajeno al ritmo de la vida que le persigue