"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que el. El escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio". El juego del Ángel. Carlos Ruiz Zafón

jueves, 24 de febrero de 2011

Whisky doble con hielo


Su rostro chocó con el humo cuando abrió la puerta del local. El aire denso y viciado de vapores diversos penetró en el con la primera bocanada que dio dentro de aquel antro. Fue introduciéndose a trompicones entre la concentración de gente que abarrotaba la estancia, sorteando mesas y sillas ocupadas por la mas pintoresca variedad de gente que se puede hallar en un sitio como aquel pasada la medianoche. Después de varios tropezones y empujones alcanzó la vieja y mugrienta barra. Acertó en la penumbra a alcanzar asiento en la concurrida y no menos agobiante zona del bar. Cuando ya se hubo situado en aquel lugar esperó con tranquilo semblante a que la agobiada mujer que servía en la barra deparara en el. De cabellos rojizos y rizados iba de un lado para otro sin prestar atención a la cantidad de rostros absortos por su belleza. Ojos profundo remarcados por la cantidad de rímel que los decoraba exageradamente, lo que hacía que se resaltara la grandeza de estos en su rostro. La tez fina y blanquecina en ella se apreciaba los finos labios pintados con un marrón intenso que a esa luz casi parecía negro. Un detalle curioso de la joven era que, cada vez que se agachaba para coger una botella o cada vez que pasaba la bayeta con esmero por la barra se apreciaba en dicho vaivén el dibujo de una rosa negra cerca del tirante izquierdo que ocultaba tras la camisa negra reglamentaria que portaban todos los camareros del local. La mujer finalmente deparó en el nuevo rostro de la barra e inició de modo automático su rutinaria conversación con la clientela.


-¿Qué desea?
-Whisky doble con hielo, por favor-dijo él con semblante serio pero a la vez curioso ante aquella peculiar mujer.
Se volvió y comenzó a preparar la bebida con la meticulosidad que la caracterizaba mientras recordaba la mirada del hombre que le había pedido aquello. Era extraño, no era la típica persona que iba a un lugar como aquel. De rostro joven pero caracterizado por la prematura madurez que otorga una vida de dificultades. Facciones duras, pero ojos cálidos como una tibia tarde de verano junto al mar, y aquella voz decidida pero a la vez susurrante. La joven dio dos golpecitos a la botella de aquel liquido ligeramente dorado; aunque con aquella luz no se apreciaba bien dicho tono, y lo vertió en el vaso ancho que acababa de preparar con dos hielos.
Se volvió lentamente hacia la barra con el vaso y se dispuso a dejarlo delante del misterioso hombre , que en aquel momento se encontraba garabateando una servilleta con un bolígrafo. En el momento que la mujer colocó la bebido el hombre dejó de escribir y sonrió cálidamente mientras cogía el vaso y se lo acercaba a los labios para darle el primer sorbo, sin darse cuenta de que la joven aun tenia la mano en el. Un suave roce de sus dedos. Una caricia furtiva y ella lo soltó de golpe y se volvió rápidamente hacia la otra punta de la barra…