"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que el. El escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio". El juego del Ángel. Carlos Ruiz Zafón

viernes, 25 de febrero de 2011

¿Somos de los que besan o de los que reciben besos?

Estaba esta mañana en el bus cuando me puse a pensar en lo que me rodeaba. Una cantidad enorme de gente desconocida y ataviada con mil y un objetivos se encontraba a mí alrededor, y en ese momento se me pasó por la cabeza como podría ser la vida de cada uno de ellos. Si se que es una reflexión ilógica dado que ni me importa ni me interesa lo que hagan esas personas en sus vidas, pero no se en un arrebato de inconsciencia pensé: como besará el? Si algo tan tonto como eso, hay gente que besa y gente que recibe besos. Si es cierto cuesta de apreciar, quien somos realmente si somos de los que acercamos la mejilla o de los que acercamos los labios, he de reconocer que no soy de las que besan. En fin continuando con mi reflexión y observación he podido hacerme una idea de lo que podía tener a mi alrededor, enfrente mía una joven quizá algo mayor que yo escuchaba música, quien sabe que tipo de persona era ella...Alegre? tímida? Atrevida??Quien sabe, miraba a través de sus gafas de sol imponentes, intentando aislarse del mundo, como hacemos todos cuando vamos absortos en nuestros asuntos. Más allá una mujer de mediana edad miraba al suelo reflexiva quien sabe si pensando en sus hijos o en su marido, o en el amante, nadie sabe de nadie en el fondo a saber en lo que pensaría una mujer de mediana edad habría conseguido el amor de su vida??o se habría tenido que conformar con una vida triste y amargada con la persona a la que eligió … al otro lado de pie se encontraba otro hombre, mayor de unos setenta y algo mirada perdida en la calle, figura enjuta, facciones suaves, de esas que son como suaves trazos de carboncillo en papel reciclado. Quien sabe que emocionante historia se encontrará detrás de esos ojos vidriosos por los años, una trepidante vida aventurera que quizá nos dejaría asombrados a todos, los cuales nos encontramos insertos en nuestras rutinarias vidas. A lo mejor ese hombre arrugado y quejumbroso de una esquina ha sido más feliz en su larga vida que nosotros en la corta nuestra, a la que quizá no hemos sabido darle el sentido correcto…

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