"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que el. El escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio". El juego del Ángel. Carlos Ruiz Zafón

lunes, 15 de octubre de 2012

Historia fugaz

El libro empezaba a mojarse por sus lagrimas. La tinta de la primera frase se corría conforme la gota resbalaba por la página.
Sonó el timbre.
Abrió la puerta y allí estaba. Ni siquiera le dio tiempo a articular palabra cuando ya la estaba abrazando. A tientas cerró la puerta.
La llenó de besos, la besó en la frente, en las mejillas...en sus mojados labios, en su cuello, detrás de la oreja en la cabeza.
Besos salados.
Se apartó un instante, la miró a los ojos.
Abrió la puerta y se marchó.
Ella se miró al espejo y siguió llorando.
Había descubierto hasta que punto la quería.