"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que el. El escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio". El juego del Ángel. Carlos Ruiz Zafón

miércoles, 5 de octubre de 2011

Inspiración

Ha muerto. La enterré en su ataud y me despedí de ella entre lagrimas. Le puse kilos de tierra sobre ella para que ningún otro pudiera encontrarla fácilmente y pudiera aprovecharse de ella. Yo la había tratado con cariño y delicadeza, la había mimado en todo lo posible y había hecho de ella algo que mostrar. Siempre fue osada y soñadora y no siempre pude controlar sus impulsos con facilidad. Hubo noches que me hizo levantarme de la cama de madrugada. Hubo días que necesité encerrarme en casa porque ella me lo pedía, a veces me hacia perder hasta la razón. No obstante es lo más valioso que he tenido en toda mi vida. Quizá las haya mejores que la mía, algunas que incluso hacen de sus dueños artistas, pero yo tenía una muy especial. La llevaba cultivando desde pequeña y se había ya amoldado a mí. Nos conocimos suficiente para saber que no podíamos vivir la una sin la otra. Ella surgía de cada experiencia, de cada emoción, de cada detalle insignificante que para mi era un mundo. La quise mientras la tuve y ahora la echo de menos

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