"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que el. El escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio". El juego del Ángel. Carlos Ruiz Zafón

lunes, 14 de noviembre de 2011

No lo sé

Estaban uno junto al otro. La cabeza de el sobre el pecho de ella. Se lamentaba. Ella escuchaba sus llantos silenciosa, no era necesario decir nada, ni hacer leña del árbol caído. El acababa de aprender a perder y estaba asumiendo que tenia que olvidar. Ella ya había aprendido todo aquello mucho antes y nadie estuvo allí para secarle las lagrimas, se sentía adulta por ello, el era un niño en sus brazos que acababa de perder su golosina. Le cogió de las manos y le apretó fuerte. Seguidamente le besó la mejilla allí por donde resbalaban sus lagrimas. Fue poco a poco secándoselas a besos hasta que una se quedó por azares del destino en la comisura de su labio. Dudó durante unos instantes, y cerro los ojos y le besó suavemente , el reaccionó al instante con un respingo, ella se apartó y se levantó inmediatamente. El en el instante después, de un salto se incorporó y antes de que ella se diera la vuelta del todo la cogió del brazo suavemente, rozó en una caricia su muñeca hasta llegar a la punta de sus dedos y finalmente deslizó su mano por su cintura. La joven absorta se volvió y  se quedó mirándole fijamente a los ojos cabizbaja no obstante. El le pregunta...¿Porque lo has hecho? Ella le mira y dice...No lo sé

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