Era una sensacion que ni era frio ni era calor, solo era. Esa ilógica situación de querer hacerlo todo o no poder hacer nada. Una desbordante imaginación para la cual las palabras se habían quedado cortas. Un agobio natural que la invadía sin razón aparente y no le permitia tener paciencia para reordenar sus pensamientos. Un estado de apatía mental que la ponía de los nervios.
Un trago de vino caliente y de denso jugó corria por su garganta dejando tras de si una agria sensación de placer. Una embriaguez de los sentidos, un álgido éxtasis de euforia para volver a caer en un pozo vacío desde el cual su alma pedía a gritos salir.
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