"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que el. El escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio". El juego del Ángel. Carlos Ruiz Zafón

martes, 8 de noviembre de 2011

Su mirada resbalaba por los cristales mojados de la ventanilla del coche. La monotonía del trayecto la hacía evadirse con cierta facilidad. Los sueños y las ilusiones formaban parte de su vida como cualquier otra cosa. Era de esas personas que suele soñar despierta. Lo hacía a todas horas. Inventaba diálogos consigo misma, siempre ganaba las discusiones y acababa sus peleas con un beso. Siempre era justa en sus pactos, y nunca olvidaba lo que se prometía.

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