"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que el. El escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio". El juego del Ángel. Carlos Ruiz Zafón

jueves, 29 de marzo de 2012

Extraña

Se sentía como una extraña en medio de aquella situación. Nada le daba la más mínima comodidad y todos los de su alrededor parecían empeñarse en no verlo. No era uno de ellos, pero allí estaba fingiendo ser quien no era, aparentando, disimulando. Se evadía por momentos en su mente, escapaba del ruido de aquel local, el ajetreo de los camareros y el murmullo incesante de los comensales. Detuvo en su mente el tiempo por un instante y de repente un estallido de cristales lo invadió todo. Cada una de las copas explotaba dejando tras de si cristales rotos, a cámara lenta cada uno de estos fenómenos ocurría a placer.De repente una ola de frío lo invade todo, todo su alrededor se congela y paraliza mientras ella se levanta de la silla y pasea entre las mesas. Mientras hace esto observa las caras de los petrificados con cierto interés como analizando la postura que habían tomado sus cuerpos y los sentimientos que expresaban en el momento del parón temporal. Lo había sonrientes, otros tristes, aburridos, pensativos, enamorados, impresionados, exaltados...los había de tantas formas que se admiró de la variopinta gente que la había rodeado hasta el momento y a la que apenas había prestado atención. Sintió entonces un cosquilleo en la mano que la hizo volver a la realidad, miró a ambos lados y observó el movimiento de la escena inerte en la que acababa de pasear, sonrió para si y pensó que pese a todo y aunque no tuviera nada en común con todos ellos, los sentimientos eran comunes a todos los humanos.

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