"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que el. El escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio". El juego del Ángel. Carlos Ruiz Zafón

miércoles, 31 de agosto de 2011

El poeta

El sol entraba por la rendija de la ventana cubierta por aquellas gruesas cortinas. Dentro una luz artificial amarillenta inundaba la estancia de sombras. En una esquina un reloj de pie marcaba los segundos que transcurrían con un sonoro compás. En un arcón frente a un escritorio desvencijado reposaban una gran cantidad de prendas puestas al tun tun, sin orden alguno, algunas por el peso de estar unas encima de otras habían resbalado y se acumulaban en el suelo. En el escritorio lleno de libros se encontraba el poeta. Junto a todos los papeles y tienta para escribir le acompañaban una botella de whisky. Hundía sus penas en aquel liquido que brillaba con el reflejo que producía al combinarse con el hielo.Lloraba. Su alma se sentía desconsolada e incomprendida. Solo encontraba regocijo a su mal en aquellos libros y en el alcohol.

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