"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que el. El escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio". El juego del Ángel. Carlos Ruiz Zafón

sábado, 14 de mayo de 2011

Y ella no sabia que hacer

El la miró desde la esquina pensativo. Ella esquivaba su mirada, de forma automática. Aquellos ojos la eclipsaban por momentos. Hacían que perdiera el control. Ella respiraba profundamente. Intentaba calmar los impulsos que tenia de abalanzarse sobre el y no pensar. Era lógica y pragmática. Pero aquellos pensamientos la corroían por dentro. El la provocaba. Deseaba lo mismo. Pero ella no lo sabía. Distraía su mirada en su pelo, en sus manos, en sus labios que continuamente se humedecía. Su corazón iba a mil por hora. Su estoicismo apagaba los deseos más profundos de su alma. Se cohibía hasta tal punto que lo mejor era pensar que no estaba allí. Le era difícil pero no imposible. No estaba preparada para ello. No era el solo. Había más. Su cabeza daba vueltas. Uno, Dos y Tres.

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