"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que el. El escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio". El juego del Ángel. Carlos Ruiz Zafón

miércoles, 23 de marzo de 2011

Historia de un soldado


Blanco. Todo tiene ese color a su alrededor. Las sabanas que lo cubren, los muebles, incluso su rostro. Todo el. Una mano cogida de la suya. Tic, Tic.

Sonido repetitivo de la maquina que le permite respirar. Olor a desinfectante, no obstante no lo nota. Un ramo de rosas rojas. Cuerpo de vendas. Soldado herido.

Tiempo antes. Estaba en un país desolado por la guerra. Aliados que luchan por la paz. O por el petróleo. Un jeep en la carretera.

Era soldado, el sueño de su vida y la desgracia de su familia. Destinado al fin del mundo. Destinado al fin del mundo. Su cometido oficial; Luchar por la paz.

Pasaron los meses. Vio desolación, horror, locura, violencia. Todo lo peor del ser humano combinado en el mismo sitio. Bombas. Misiles. Tanques.

Cambio de destino Bagdad. Deja el campamento. Toman un jeep blindado camino del infierno. Paisaje gris. La sombra del horror les persigue por la carretera.

Llegan a la ciudad entre escombros. Un lugar donde habita el horror a cada paso. Los muertos se cuentan por miles. Olor a quemado.

Un arma es disparada de improvisto. Todos en guardia. Al suelo los tanques se acercan. El soldado se refugia entre los escombros. Oye algo.

Unos ojos se entreveen entre la maleza. El soldado le tiende la mano. Una niña sale temblorosa. Ropas raídas. Ojos desorbitados.

La arropa. Le tapa los oídos para que no escuche las explosiones. Se mantienen agachados y quietos, muy quietos. Aun no es seguro.

La niña solo siente terror. Una bomba explota. Se sobresalta. Todo queda en una artificial quietud.

Silencio. Mas silencio. Una ametralladora de fondo. Pega a la niña a su pecho. Tiembla. Tiembla mas. Mucho mas.

Busca a su compañero. Yace entre las rocas. Un reguero de sangre lo acompaña. Corre hacia el jeep. Se oye un subfusil cerca. Miedo.

Sabor a sudor en los labios. Respiración entrecortada. Hay que pensar rápido. Un segundo más de vida. Reloj interno. Tic. Tac. Tic. Tac.

Vida o muerte. Ese era el destino de ambos. El joven soldado decidió la vida. Hecho a correr. El blindado era una trampa. Bomba.

La niña aun entre sus brazos, cogida a su cuello. La siente. Respira. Una herida sangrante en su pierna. Ráfaga de tiros. Le han dado.

La cubre con su cuerpo mientras cae de rodillas en el suelo. Lentamente. Quietud. Antes de derrumbarse un símbolo rojizo lejano. Oye una sirena.
Se desangra. Piede mucho. Camilla. Frugón. El sonido de un gotero. Sirena. Emergencia. Soldado caído.

Un héroe anónimo. De esos que no se recuerdan los nombres. De esos que acaban escritos en una lapida y olvidados. Valiente soldado.

La mano lo estrechaba fuerte. La mujer sentada a su lado llora y tiembla como aquella niña que salvó de una muerte segura. Lagrima.

Los pitidos se prolongan. Cada vez más lentos. Tardan más. Fin de la batalla. En su mente un último recuerdo. La mirada de aquella niña.