"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que el. El escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio". El juego del Ángel. Carlos Ruiz Zafón

domingo, 27 de marzo de 2011

Historia de un alma perdida


E
ra una noche oscura, de esas en las que ni siquiera la luna y las estrellas brillan. El gélido viento casi cortante entraba por la ventana de un estropeado edificio de la calle cuarenta y cinco. Un cuerpo yace sin vida en su interior, el lúgubre ambiente, junto con el pestilente olor invade hasta el último rincón de la estancia, sólo la débil luz de una bombilla alumbra la fantasmagórica escena, hasta que con un débil chasquido esta también se extingue y finalmente todo se queda en silencio. De repente algo nuevo y radiante entra en la habitación, su luminiscencia blanquecina hubiera cegado a cualquiera que se hubiese encontrado allí, pero en aquel lugar no había nadie, sólo aquella misteriosa energía que acababa de aparecer. Aquel ente se movió por toda la estancia con tranquilidad pero sin pausa; aquel ser, energía o luz era un alma.

Era una joven alma que había llegado a un mundo inmaterial y desconocido para ella, sin apenas estar preparada para ello. Su cuerpo había tenido una corta vida, vida que esta alma inexperta había malgastado, y ahora se encontraba perdida, sin saber a dónde ir, sin futuro, porque sin haber empezado apenas su vida, ya la había perdido.

La misteriosa energía salió del cuarto, éste daba a un estrecho pasillo de tarima carcomida, aunque nunca más volvería a sentir los ruidosos crujidos que se producían al pisarla, no volvería a sentir nada material…era ley de vida, privilegio que ya no poseía.

El ser salió del edificio y miró a su alrededor, estaba consternado. En las veces en las que había visto aquel lugar, en ninguna de ellas la había dado la misma impresión que le producía en aquel instante. La desolada calle era la cruda realidad de los barrios bajos de Nueva York, las estropeadas aceras, junto con los casi deshabitados edificios, cuyas fachadas parecían viejas reliquias de lo que alguna vez fueron, hicieron que el alma se sobrecogiera de dolor.

En aquel instante el ente recordó algo, pensó que quizás sería un pasaje de su vida; vio una mujer. Lo que principalmente recordaba de ella era su mirada, una mirada que desprendía amor. El ser se emocionó y alivió ante el recuerdo de esta mirada, no sabía quien era ,pero debía de haber sido alguien muy especial en su vida, aunque no logró recordar más. Por lo que pensó que conforme fuera viendo personas lugares y cosas, iría recordando quién había sido.

El ser almacenó este pensamiento en sí mismo y siguió adelante. De repente la luz de los faros de un automóvil invadieron con su resplandor las decrépitas calles del barrio, el alma contempló como esta le traspasaba, lo que hizo que anhelara la compañía mas absurda del ser humano; su propia sombra. Por lo que sin darse apenas cuenta se introdujo en las más oscuras y siniestras calles del suburbio. En ellas las colgantes luces de las farolas se mecían por sus cables apenas resistentes a la vejez. En una esquina de un callejón vio a un grupo de jóvenes, algo le embargo todo su ser, por lo que se dirigió hacia allí.

Aquel era el rincón más oscuro y solitario del lugar. En el, un grupo de jóvenes se encontraba reunido. Sus rostros reflejaban una extraña prematura vejez, provocada por una mala vida. Una de las jóvenes se encontraba en una esquina abrigada por una fina chaqueta que dejaba a lucir su extremada delgadez, al otro lado justo enfrente se encontraba un joven de pronunciadas ojeras y amoratados brazos, estaba tirado en el suelo, otros junto a este, se miraban alucinados, pensando en el mal viaje de su amigo. El alma los reconoció, aquellos rostros le resultaban familiares aunque nunca los había visto de aquel modo, se acercó a ellos y los llamó por sus nombres, ninguno contestó.

¿Cómo era posible que no lo reconocieran con lo mucho que habían vivido juntos?
¿ Qué era de aquel viaje a Jamaica en el que se lo habían pasado tan bien, los chiringuitos de la playa, las interminables noches bajo la luna bailando en las verbenas hasta que el sol salía…además de su corta pero productiva visita a Venezuela, que les proporcionó notables beneficios?¿ Y que era de las muchísimas fiestas a las que habían ido?, eran sus mejores colegas entonces nada podía separarles, siempre juntos hasta la muerte… (Nunca mejor dicho). Pero ni siquiera lo vieron, por lo que siguió calle arriba mas desorientado de lo que ya estaba.

Mientras iba por la calle cincuenta y tres se movió viento y aunque no lo sintió, vio como éste elevaba los papeles y bolsas que había por las aceras. En aquel momento se paró y observó un anuncio que había en el suelo, un instante después una ráfaga de viento lo hizo ascender. El ser siguió el recorrido del folleto hasta que su vista se posó sobre un punto concreto de un edificio, en un número, el diez, el portal de la casa de su infancia…el piso de su madre. Fue entonces cuando volvió a acordarse de aquella mirada, era la mirada de su madre. No lo pensó dos veces, subió.

El ente irrumpió en el salón de su casa, allí encontró a su madre, una mujer de unos sesenta años con un rostro marcado por el sufrimiento, con surcos pronunciados, en frente y mejillas, fruto de los problemas y la dura vida que había llevado. Se encontraba junto al teléfono, la luz de la lámpara que se encontraba cerca de ella iluminaba su rostro inundado de lágrimas, estas corrían por sus mejillas humedeciendo su rostro. El ser no comprendía lo que estaba sucediendo. De pronto una mujer joven entró en la estancia, era algo mayor que el, de mediana estatura y con el cabello ondulado que le caían sobre hombros, pese a ir maquillada su rostro reflejaba una gran preocupación.


Conforme entraba se quedó parada de pie en el umbral de la puerta, hasta que su madre la miró. La mujer mayor la rodeó con sus brazos y enjugó sus lágrimas en su bufanda, era su hermana. Su madre la abrazó fuertemente y le dijo a su hija;”Tu hermano, Mike” entonces ella la estrechó contra sí ocultando su rostro de lágrimas en los cabellos de su madre.

El ser estaba sorprendido, durante unos instantes se quedó como petrificado al oír su nombre entre el llanto de su familia, no sabía qué podía estar sucediendo, porque lo nombraban entre lágrimas sí estaba allí. Intentó acercarse a ellas y abarcarlas con sus brazos pero no pudo… ¿que era aquello?, el alma se sentía confundida, extrañada, no podía entender lo que estaba sucediendo.

 Fue unos segundos después cuando se dio cuenta de lo realmente acontecido…Entonces vinieron a su mente unas imágenes, su vida como en una película de cine a gran velocidad, hasta que esta se detenía en una escena concreta, en la cual el se encontraba consumiendo su última dosis, la que le produjo…su estado actual.

La angustia y la tristeza embargó todo su ser al darse cuenta de cómo había malgastado su vida, y fue en aquel instante cuando lloró lagrimas amargas de arrepentimiento.”Si no hubiera hecho, si hubiera hecho…” se repetía para sí misma el alma constantemente“, no hubiera pasado esto”

Es una verdadera pena saber que hay tantas almas perdidas por el mundo, lo único que nos queda es desear que para estas otras no sea como para Mike “demasiado tarde”